Quizás estés disfrutando de tu tiempo libre, o en el tren iendo a trabajar, o iendo a estudiar, quizás estes sentado en algún banco admirando el nacimiento del otoño...En realidad no importa donde estés, porque hoy vamos a viajar todos juntos. Si, juntos.
Imagínate que estas tumbado en la hierba, la tocas con tus manos, y sientes la frescor y el bello rocío de la mañana. Al estar tumbado tan solo puedes sentir la hierba, ver la inmensidad repartida por el cielo, oler la tierra mojada y saborear el deseo de permanecer horas ahí echado mientras avanza el día.
Espera, ¿ Tu también lo escuchas ? Es el cantar de los pájaros, el sonido de la araña tejiendo su nuevo hogar, también podemos escuchar la hormiga, que con esfuerzo, lleva la comida a su casa, incluso escuchamos el vuelo de una preciosa mariposa, un sonido silencioso de un ciervo desconfiado entrándose en el bosque y el silbar del viento...
Pero ahora esta todo en silencio, ya no huele a tierra mojada, el cielo se esta disfrazando de gris. Huele a quemado y tan solo se escucha un crujir que cada vez se acerca más a ti.
Te levantas, y el paisaje del que te habías enamorado ya no existe, las llamas avanzan sin piedad, te acorralan, no puedes apartar la mirada del fuego y despiertas, cada uno vuelve donde empezó esta pesadilla real.
Pero seguimos pensando en el fuego, en el cielo gris y en el crujir de los árboles, y es que para que aquel lugar vuelva a estar lleno de vida tiene que pasar décadas.